La flor roja y el tallo verde

Os dejamos un bonito cuento para reflexionar sobre el papel de la escuela en la creatividad de los más pequeñ@s, recogido por Aníbal de la Torre en su bitácora, convertido ya en un clásico:

"Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz. Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- Qué bien - pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo:
- Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores.
- ¡Qué bien! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo:
- Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer algo con barro.
- ¡Qué bien! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.
Pero la maestra dijo:
- Esperen, no es hora de comenzar, y luego esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato.
- ¡Qué bien! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.
Pero la maestra dijo:
-Esperen, yo les enseñaré cómo, y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.
-Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día su familia se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- Qué bien, pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:
- ¿No quieres empezar tu dibujo?
- Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?
- No lo sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.
- ¿Y cómo lo hago? - preguntó.
- Como tú quieras, contestó.
- ¿Y de cualquier color?
- De cualquier color, dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?
-Yo no sé- dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde."

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