La importancia de la psicomotricidad

7 de noviembre de 2009

La psicomotricidad es una disciplina que está ya instaurada en todas las escuelas infantiles en mayor o menor grado. En algunos coles incluso se ofrece como actividad extraescolar. En realidad, ¿qué es eso de la psicomotricidad? ¿Es como la educación física o la gimnasia? Como bien indica su nombre se ocupa, por un lado, de la parte motriz y, por otro, del psiquismo. Es decir, incluye el desarrollo global del niño (movimiento, emoción y cognición), así que es algo más que educación física.

La principal característica en los niños de 0 a 6 años es el movimiento, por lo tanto, ésta es una disciplina fundamental en su desarrollo. Es una técnica que le va a ayudar a desarrollar y perfeccionar todos los aspectos relacionados con el movimiento corporal. Por medio de este movimiento podrá descubrir y explorar el mundo que le rodea y, al mismo tiempo, entrar en relación y comunicarse con otros niños y adultos poniendo en juego toda una serie de afectos, emociones y sentimientos que, a su vez, conforman el andamiaje sobre el que se van construyendo y asentando todos los aprendizajes cognitivos.

En niños tan pequeños todos estos aspectos (motor, socio-afectivo y cognitivo) están interrelacionados, no se pueden tratar por separado. Por tanto, la psicomotricidad es fundamental en esta etapa.

¿Cómo se lleva a cabo? Dependerá mucho de los centros pero, por norma general, las sesiones consistirán en una serie de juegos o dinámicas, más o menos dirigidos por el adulto, y que serán distintos en función de la corriente que sigan. Estas actividades ayudarán al niño a potenciar su desarrollo motor (voltear, arrastre, gatear, equilibrio, rodar, saltar, trepar, coordinación...), a su desarrollo emocional (tristeza, alegría, enfado, ira...) y, por lo tanto, a su desarrollo cognitivo o aprendizajes (grande-pequeño, dentro-fuera, alto-bajo, los números y las nociones de cantidad, ancho-estrecho, rápido-despacio formas geométricas...). Normalmente, las sesiones de trabajo son en grupitos de varios niños, dependiendo de las edades.

¿Cuáles son sus beneficios? Múltiples. El niño aprende a conocer su propio cuerpo y sus posibilidades de acción. Pone en juego todas sus habilidades motrices. Le anima a explorar y descubrir el entorno que le rodea de manera autónoma. Le ayuda a descubrir que existen dificultades pero que se puede enfrentar a ellas de distintas maneras. Le anima a buscar nuevos desafíos, a relacionarse y jugar con otros niños respetándose (no hacer daño a uno mismo ni a los demás) y todo ello de manera divertida, porque lo hacen jugando. Espero que con estas pinceladas tengáis más claro qué es la psicomotricidad y todo lo que ello implica en el desarrollo de vuestro hijo.


Visto en: Baby Blog

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El curso de la gripe A

12 de septiembre de 2009


Visto en: Manel Fontdevila

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Por qué es necesario el periodo de adaptación

7 de septiembre de 2009

La llegada de un niñ@ a la Escuela Infantil es un gran acontecimiento en su proceso de desarrollo, por lo que creemos que es muy importante ponerse de acuerdo familias y maestr@s para ayudar al niñ@ a que esta adaptación sea positiva.
El mundo afectivo del niñ@ es el motor esencial de su desarrollo emocional, social e intelectual por lo que el periodo de adaptación es un proceso en el que el niñ@ va elaborando, emocionalmente, la pérdida y la ganancia que le supone esa separación, hasta llegar a una aceptación de la misma.
La entrada en la escuela supone la primera separación niñ@/familia y es muy importante la manera de superarla porque, si vive esto bien, le ayudará a resolver futuras situaciones (entrada en la escuela primaria, su relación con personas desconocidas, etc.). Para el niñ@ es la pérdida de un lugar definido, donde tiene un espacio seguro y conocido, con unas personas que están exclusivamente dedicadas a él/ella, y llegar a un lugar donde hay que compartir todo con otros niñ@s, los objetos, el espacio, el maestr@, etc.

Por tanto, se trata de que en este periodo se adapte fundamentalmente a:

  • El espacio: conozca el Centro y sus dependencias, el aula y sus materiales.
  • Los adultos: distintos de sus padres, abuelos, amigos,...
  • Los niñ@s: aprenda normas básicas de convivencia.
  • La separación de la familia y su aceptación.
Esto implica tiempo y procuraremos adaptarnos a los ritmos personales de cada niñ@. Es un proceso que cada niñ@ tiene que realizar por sí mismo.
Aceptar que debe compartir al adulto, que deja de ser el centro de atención y que debe relacionarse con otros niñ@s y ajustarse a unos cambios espaciales y horarios es un proceso que le hace madurar, pero que al mismo tiempo le puede resultar doloroso.
Es muy importante, por tanto, adoptar una actitud que favorezca y facilite esta adaptación. Los espacios y materiales, los tiempos y las actividades a realizar durante este periodo deberán estar cuidadosamente estudiados para facilitar este proceso en todos y cada uno de los alumn@s. La incorporación progresiva de los alumn@s en pequeños grupos y con horarios graduales minimiza el esfuerzo de adaptación en los niñ@s y facilita su superación.
La adaptación no es sinónimo de llorar o no llorar. Cada niñ@ muestra su adaptación o inadaptación de distintas maneras. Nosotros, padres y profesores, facilitaremos o entorpeceremos, pero es él o ella quien debe resolverlo y si forzamos su ritmo natural lo normal será una actitud de rechazo y miedo a lo desconocido.

Los padres también pasan por el periodo de adaptación, en el fondo sentirán que están separándose de su niñ@, surgirán temores y dudas acerca de la maestr@, del colegio... Es importante que los padres no transmitan estos sentimientos e inseguridades al niñ@ ya que dificultará el proceso de adaptación, por el contrario lo mejor será que educadores y padres se apoyen para que el niñ@ supere este proceso con éxito.

Orientaciones para la familia:
  • Considerar las conductas de este periodo como normales, sin presiones ni preocupaciones, es una etapa que pasa todo niñ@, lo mejor será ayudarlo, darle la seguridad que necesita y apoyar a la maestr@ por el bienestar del niñ@.
  • Cada niñ@ es diferente, algunos tardan más en adaptarse, compréndalo
  • Tenga cuidado con transmitir al niñ@ sus temores, su ansiedad, aunque eso esté pasando, es prudente conversarlo con personas adultas, pero sin perjudicar al niñ@.
  • Cuando se deja al niñ@ en la escuela, hay que despedirlo con alegría, con seguridad y afecto. No hay que acostumbrarlo a que llore para que la madre regrese. Hable con él previamente para que se sienta más seguro.
  • Cuando llore dígale con tono firme y sereno que usted regresará. Su actitud se transmitirá al niñ@. Cuando lo recoja, sea puntual, no cause en él sentimientos de abandono.
  • Converse con él acerca de lo que hizo en la escuela, felicítelo por sus logros y por los juegos y actividades que realiza.
Visto en: Tertulia de Maestras


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Cuentos para quitar los pañales a los niños

3 de junio de 2009

Fuente: Edukame

El proceso de quitar los pañales requiere tiempo. Los cuentos ayudan mucho a nuestros peques a saber qué les estamos pidiendo. Sus protagonistas se lo muestran con un lenguaje y unas imágenes adecuadas para que se puedan identificar con ellos. Así ayudarás a tu peque a entender el proceso y a canalizar sus emociones.

¡Tengo pis!
Mo Willems
Este libro muestra paso a paso al niño lo que tiene que hacer desde que siente la sensación de tener pis. La ilustración es muy atractiva para los niños y tiene un alto contenido de humor. Pero lo mas importante es que entiende todos los sentimientos del niño a la hora de realizar este gran paso de bebé a niño.

¿Y después de los pañales qué?
Marianne Borgardt
Un divertido cuento con solapas que se abren y descubren divertidas sorpresas. Es un libro ideal para motivar a los peques y acercarlos con diversión (y nuestra compañía) a todo lo relacionado con hacer pipi en el lavabo. Las lengüetas ofrecen movimiento, de tal forma que al tirar de ellas… se mueve el orinal, o el papel higiénico, nuestro protagonista corre al lavabo y se baja los pantalones, etc.

Mama tengo pipi
Van Genechten
Bonitas ilustraciones que muestran paso a paso cómo nuestro protagonista consigue darse cuenta cuándo tiene ganas de hacer pipi.


¡Adiós, pañal!
Patricia Geis
Este libro motivará a los niños y niñas a aprender buenos modales de una manera práctica, fácil y eficaz. Sus imágenes son muy sencillas y muy adecuadas para los que empiezan en este proceso sobre los dos años de edad. Cada libro incluye una tabla semanal en la que se asignan tareas que los niños tienen que llevar a cabo y se van sumando puntos. Con la suma de puntos, el peque puede conseguir ¡la medalla de campeones!

Adiós, pañal
Isabel Caruncho
Ha llegado el momento que Álex deje de usar pañales y empiece a usar el orinal… El mimo y realismo de sus dibujos, las reacciones y aventuras dentro del lavabo del protagonista permiten que nuestros peques se identifiquen fácilmente con Álex, y además, se lo pasen bien.

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La necesidad de poner límites a los niños

29 de marzo de 2009

Poner límitesFuente: Baby Blog

En el libro de Robert. J. Mackenzie 'Poner Límites. Cómo educar a niños responsables e independientes con límites claros' (Ed. Medici, 2006) además de explicar la importancia de poner límites claros, explica una serie de pautas para que los padres identifiquen claramente cuál es su estilo educativo (punitivo o permisivo) y cómo salir de él para aplicar un estilo más 'democrático'. Se enseña a los padres a establecer límites y a aplicar consecuencias. Es un libro fácil de leer y con muchos ejemplos en los que los padres se sienten identificados, y es útil para los padres desde que sus hijos son pequeños hasta que se convierten en adolescentes.

Uno de los aspectos más interesantes es el de la aplicación de consecuencias. Cuando uno establece un límite espera que su hijo lo respete, pero no siempre es así. Habitualmente después de poner una norma, si no se cumple, los padres llevan a cabo numerosas intervenciones verbales (avisan varias veces, gritan, amenazan, razonan, pactan, ruegan para que se porte bien, critican) y cuando nada de esto funciona, entonces actúan desesperados y habitualmente muy, muy enfadados. Ahí entonces actúan: aplican un castigo o les dan un cachete. ¿Son necesarias tantas intervenciones verbales y llegar a enfadarse para que a uno le obedezcan? En realidad no, y el autor propone un método muy sencillo: Respaldar los límites con consecuencias. Para eso plantea tres técnicas para aplicar los límites:

  • Verificación: comprobar que nos ha oído, así que no es necesario repetir.
  • Corte: no hay opción a discusiones, quejas o tratos.
  • Tregua: si una o las dos partes están muy enfadadas hay que dar un tiempo de tregua para que una o ambas partes se calmen antes de resolver el problema.

Entonces, en primer lugar hay que tener claro cómo debe ser el límite. No es lo mismo decir a un niño "vale ya, eres un pesado" que decir "tienes que esperar a que termine de hablar por teléfono". Por tanto, el límite o norma que establecemos debe ser:

  • Cuanto más claro y conciso mejor. Hay que ir al grano (y esto no siempre es fácil).
  • Utilizad un tono de voz firme pero normal. No hace falta gritar.
  • Anunciar la consecuencia de antemano.
  • Y lo más importante: cumplir la consecuencia si es necesario.

¿Cuáles son esas consecuencias? El autor del libro las divide en dos categorías:

  • Consecuencias naturales. Es la que sigue de manera natural a una situación. Por ejemplo, si se le cae el helado porque estaba despistado, lo natural es que se quede sin helado. Así la próxima vez tendrá más cuidado. "Vaya, qué faena, se te ha caído el helado. La próxima vez tendrás que tener más cuidado". No hace falta sermonearle, sólo con experimentar las consecuencias negativas de sus actos le sirve para aprender para futuras ocasiones. Lo contrario sería sobreprotegerle.
  • Consecuencias lógicas. Se llaman así porque están relacionadas con la conducta en cuestión. Por ejemplo: si se escapa corriendo por la calle tendrá que ir de la mano o en la silleta hasta que aprenda a no escaparse; o si se niega a recoger las pinturas se quedará sin ellas unos días.

¿Y cómo se aplican esas consecuencias?

Primero hay que anunciarla previamente cuando sea posible para que el niño sepa a lo que atenerse. Hay que transmitirla con calma y hacerla cumplir del mismo modo. No es necesario criticar ni humillar al niño. Segundo, hay que aplicarlas cuantas veces sea necesario y de manera inmediata; y en último lugar, una vez cumplida, borrón y cuenta nueva (no es necesario seguir echándoselo en cara el resto del día).





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El miedo

7 de marzo de 2009

Había una madre que no conseguía que su hijo pequeño regresara a casa de jugar antes del anochecer. Para asustarlo, le dijo que había unos espíritus que salían al camino tan pronto se ponía el sol. Desde aquel momento, el niño ya no volvió a retrasarse. Pero, cuando creció, tenía tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus que no había manera de que saliera de noche. Entonces su madre le dio una medalla y lo convencio de que, mientras la llevara consigo, los espíritus no se atreverían a atacarlo. El muchacho salió a la oscuridad bien asido de la medalla. Su madre había conseguido que, además del miedo que tenía a la oscuridad y a los espíritus, se le uniese el miedo a perder la medalla.

Cuento recogido por Anthony de Mello.


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¿Por qué les gusta tanto disfrazarse?

2 de marzo de 2009

Fuente: Baby Blog

Los carnavales están a la vuelta de la esquina y muchos niños y padres ya están ilusionados buscando el disfraz más adecuado para la ocasión. En muchos lugares se celebran desfiles y fiestas, y en los colegios y escuelas infantiles suelen preparar su propia celebración, en la que profesores y alumnos se disfrazan.
En la actualidad hay en el mercado una amplia gama de modelos para elegir, pero a muchos padres y niños les sigue gustando el "háztelo tu mismo". Lo cierto es que, si tenéis tiempo y ganas, es una buena manera de realizar una tarea divertida y en equipo junto a vuestros hijos.
Os habréis dado cuenta de que a todos los niños les gusta disfrazarse (en realidad no es a todos, pero sí a la gran mayoría). ¿Por qué les gusta tanto? Los niños no necesitan que lleguen los carnavales para disfrazarse. Cualquier fecha del año es buena para ellos. Disfrazarse o jugar a ser como el otro, forma parte de su desarrollo. Favorece el juego simbólico, la imaginación y la creatividad. Ellos observan atentamente qué hacen los adultos, algún personaje de ficción que esté de moda o alguien que les atraiga por algún motivo en especial; y se apropian de ello. Imitan esas acciones en sus juegos y van introduciendo modificaciones según les va pareciendo. Son capaces de conjugar en sus juegos realidad y fantasía, dar rienda suelta a su imaginación y meterse en el pellejo de Batman o Spiderman, por ejemplo, e ir salvando a los buenos y atacando a los malos. Por tanto, no es necesario esperar a los carnavales para disfrazarse. Es recomendable tener en casa un baúl con telas, gorros, y disfraces a los que los niños puedan acceder cuando quieran.
El hecho de que los niños se puedan disfrazar cuando quieran no quita para que los carnavales sean un acontecimiento especial. Esa ocasión ya no es un "yo me disfrazo en mi casa con mis amigos", sino que todos se disfrazan, uno puede salir a la calle con su disfraz preferido, hay fiesta y comida, y todo es muy divertido. Y... ¡los mayores (bueno, algunos) también se disfrazan! Es genial ver a papá vestido de pirata o a mamá de payaso.
Si algún niño no quiere disfrazarse no le obliguéis, sobre todo si es pequeño. A veces es por temor a lo desconocido, porque se ha pegado algún susto otro año con algún disfraz, o simplemente por vergüenza (no quiere ser el centro de atención). Sería bueno tener en cuenta algunas precauciones:

  • El disfraz debe ser elegido a gusto del niño siempre que sea posible.
  • Unas semanas antes podéis proponerle que se ponga el disfraz por casa para que "vaya haciendo amistad" con él.
  • Si viene algún amiguito o primo a casa que también traiga su disfraz, así se va habituando a ver a otros con aspecto diferente.
  • Si el niño se muestra temeroso, podéis probar a disfrazaros vosotros en casa con cosas sencillas (un gorro de pirata, peluca y nariz de payaso...). Es mejor que la transformación la hagáis delante del niño, no que aparezcáis de repente disfrazados, y además es importante que sea fácil para el niño reconoceros. A veces viendo al padre o a la madre disfrazados ellos se animan a imitarlos.
  • Si se sigue negando, conviene tranquilizarle y restarle importancia. Puede ser buena idea decirle que os lleváis el disfraz en una bolsa, por si en algún momento cambia de opinión.

Lo cierto es que los carnavales son fechas de jolgorio, fiesta y alegría, y cualquier excusa es buena para pasárselo bien, sobre todo si es en familia. Así que ¡a disfrutar!

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Universidad de Padres

31 de enero de 2009

Universidad de Padres (UP) es un proyecto pedagógico dirigido por José Antonio Marina para colaborar con los padres durante todo el proceso educativo de sus hijos. La idea fundamental de este proyecto es que toda la sociedad debe ayudar en esta tarea.
Universidad de Padres es una iniciativa de la sociedad civil, liderada por Movilización Educativa, sin ninguna relación religiosa o política, y financiada por personas e instituciones privadas cuyos nombres serán públicos.
En el año escolar 2009-2010 se abrirá una única convocatoria de cursos para padres con hijos de 0 a 9 años. Los cursos durarán 10 meses y comenzarán en Octubre del 2009.
El plazo para solicitar una plaza se abrirá el 15 de Mayo de 2009. Todos los detalles de matriculación serán publicados en www.universidaddepadres.es a lo largo del mes de Mayo.
Actualmente hay Foros abiertos muy interesantes para niñ@s de 3 a 6 años. Os dejamos una relación:

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Niños rebeldes: El 'NO' por sistema

16 de enero de 2009

Fuente: Consumer Eroski
Los padres que se enfrentan a la actitud rebelde de sus hijos durante la infancia deben identificarla como una parte más de su desarrollo, y no como un problema. Incluso es beneficioso que lo entiendan como una oportunidad para inculcar los valores educativos que permitirán al pequeño evolucionar, de forma que vaya incorporando las normas de comportamiento en su código de conducta, además de aprender a relacionarse de forma correcta con su entorno. Sin embargo, cuando este comportamiento transgresor y hostil va más allá de la primera infancia (entre los cero y seis años) puede ser un indicador de que algo no funciona como corresponde.
Una vez superada la primera infancia, si un niño mantiene comportamientos rebeldes y desafiantes capaces de alterar el ambiente familiar por su intensidad y frecuencia es posible que esté gestando el Trastorno Negativista Desafiante (TND), que se manifiesta con una rebeldía constante hacia cualquier tipo de norma y autoridad impuesta por un adulto y puede desencadenar en una actitud hostil. Ante esta situación, muchos padres se sienten incapaces de fijar límites razonables a sus hijos al tener que lidiar de manera constante con un niño que se muestra desafiante y no acepta su autoridad.

La desesperación de los padres

Una conducta especialmente transgresora y hostil hacia los padres es interpretada por los psicólogos, en general, como el reflejo de que la maduración del niño no sigue su curso normal. Este Trastorno Negativista Desafiante se asocia a una inmadurez emocional que debería haberse superado en las primeras etapas de la infancia, y provoca que el niño reaccione con comportamientos propios de edades más infantiles porque no es capaz de gestionar sus emociones. Y lo hace de la única forma que sabe: mediante una actitud cargada de rebeldía y contrariedad hacia las normas establecidas, que llega a superar la paciencia de padres y educadores.
Esta postura, que puede mantenerse incluso hasta la adolescencia, disminuye de intensidad en la edad adulta. Pero hay que tener en cuenta que durante la infancia y la adolescencia la actitud de los más jóvenes se caracteriza por un egocentrismo que puede reforzar ciertas conductas contrarias a la autoridad de los adultos. Este egocentrismo puede verse exagerado si la maduración emocional se encuentra estancada, de tal forma que no se asuma la importancia de unas normas de comportamiento comunes a todos que deben ser respetadas, sobre todo cuando supone la obligación de renunciar a los deseos hedonistas inmediatos.
En estos casos, los pequeños responden con ataques de ira e impaciencia que se relacionan con un sentido aún poco desarrollado: la tolerancia a la frustración. Los límites establecidos por los padres se viven como algo inaceptable y, por tanto, el niño desafía a la autoridad para salirse con la suya.
Esta actitud rebelde puede manifestarse de forma hostil con un enfado, gritos o llantos. Pero igualmente desafiante es una actuación pasiva, como no cumplir de manera sistemática con lo establecido, no escuchar los razonamientos del adulto de forma deliberada e, incluso, manifestar quejas recurrentes que sirven de excusa para no cumplir con cualquier sugerencia de los padres.
Del negativismo a la transgresión
Con una actitud tan negativa es más que probable que el ambiente familiar se vea perjudicado. Este comportamiento, por intolerante, puede traspasar los límites de la familia y verse reflejado en la escuela u otros ámbitos y hacer que la conducta negativista afecte a la mayoría de ambientes donde primen unas normas que todos deben cumplir. Es habitual que las situaciones que se generan con un niño desafiante pongan a prueba la paciencia de padres y personas encargadas de la educación. La consecuencia es que desencadenan actitudes negativas con gran facilidad también en los adultos que, por no tener recursos efectivos para que los pequeños sigan las normas establecidas, aplicarán sanciones de forma recurrente, endurecerán su criterio y aumentarán el número y la intensidad de los castigos.
Las constantes disputas se convierten así en rutina, de forma que se genera un círculo en el que las conductas transgresoras y hostiles de los pequeños se refuerzan y automatizan ante la impotencia y desesperación de los padres. Teniendo en cuenta que este trastorno tiene que ver con el desarrollo de la madurez emocional, es importante solicitar lo antes posible la ayuda de un especialista que asesore a los padres en la recuperación del proceso madurativo que corresponde por edad. Así se podrán evitar posibles trastornos de conducta en el futuro y la vida familiar transcurrirá con normalidad.
El Trastorno Negativista Desafiante se relaciona con actitudes que forman parte a su vez de otras alteraciones, como el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDHA). En ambos se observan comportamientos en los que los adultos se sienten incapaces de controlar el comportamiento de sus hijos. El mismo patrón sigue el Trastorno Disocial, relacionado con conductas poco aceptadas, transgresoras y fuera de las normas sociales. En este caso, los individuos, además, son poco empáticos.

Cuando las normas... no están claras

- El Trastorno Negativista Desafiante se da, en la mayoría de los casos, en contextos en los que las normas son difusas y el pequeño no tiene muy claro cuáles tiene que cumplir. Por ello es fundamental que los padres acuerden no sólo los límites que sus hijos deben respetar sino que además tienen que quedar bien claros. La mejor forma de llevarlo a cabo es hacer cumplir con perseverancia las normas que se inculcan y evitar que su aplicación sea inconstante o que los progenitores se contradigan.
- Si los padres consideran que hay que sancionar las conductas negativistas de sus hijos deberán mantener en firme dicha sanción hasta el final y evitar que la actitud rebelde llegue a agotarles y no se acabe cumpliendo lo prometido. De ser así, reforzaría aún más el comportamiento negativista: el niño entendería que transgredir las normas no tiene consecuencias y que, por tanto, puede desafiar la autoridad de los padres. No obstante, esto no quiere decir que el castigo sea una constante, sino que el cumplimiento de aquél que se imponga debe ser real. De lo contrario, los padres -de manera inconsciente- pierden su credibilidad y es entonces cuando los niños entienden que da lo mismo cumplir con las normas establecidas en casa porque al final se salen con la suya.


Cuando las normas...
son demasiado estrictas

- Las familias con normas excesivamente estrictas y sancionadoras, incluso con transgresiones propias de la edad, corren el riesgo de que sus pequeños se nieguen a cumplir de manera continuada los castigos por considerarlos injustos y excesivos. Aunque su actitud rebelde pueda estar más justificada en este caso, es probable que se desarrolle y mantenga una actitud negativa hacia cualquier imposición de los padres sólo por haber automatizado una respuesta negativa a las normas, sin distinguir si son justas o no. Por ello se aconseja que las familias que establecen límites demasiado rígidos eviten sancionar a los niños de forma automática y, sobre todo, que trabajen en reforzar los aspectos positivos de su conducta.

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El juego infantil y los juguetes

9 de enero de 2009

- Los juguetes son un medio o complemento para establecer relaciones y afianzar vínculos entre padres e hijos e hijas, entre hermanos y hermanas.
- No siempre el juguete más sofisticado es el mejor, aunque sea más caro. Es importante que el juguete desarrolle y fomente su creatividad.
- Se ha de tener en cuenta la personalidad del niño y de la niña: si es más bien tímido/a necesita juegos de socialización (diversos jugadores); para un niño/a hiperactivo/a lo adecuado son los juguetes que favorezcan la atención, la percepción y artísticos.
- Adoptar una actitud crítica ante la publicidad de juguetes, ya que no todo lo que nos presentan es apropiado ni cumplen los requisitos mínimos.
- El juguete ha de ser una fuente de diversión, aprendizaje y desarrollo de las capacidades del niño/a.
- Ante la avalancha de videojuegos y similares, no compréis sin comprobar los contenidos, ya que algunos potencian el racismo, la intolerancia y la violencia. Los videojuegos son cada vez más deseados entre niños y adolescentes, pero lo más importante es saberlos utilizar.
- Rechazar los juguetes que fomenten las conductas sexistas, racistas o violentas.
- Aseguraros que el juguete que compráis respeta las normas mínimas de seguridad en cuanto a los materiales con que ha sido fabricado. Además, es aconsejable que tengáis en cuenta que cuanto más pequeño es el niño/a el tamaño del juguete ha de ser mayor. Por otra parte, tanto los colores como los componentes del producto han de ser sólidos y no tóxicos.
- No le saturéis con juguetes: una pauta que tendríais que seguir es facilitarle una media de tres juguetes. Evitad caer en el consumismo. A veces el niño/a aprecia más un juguete artesano, elaborado por él mismo, que un juguete muy sofisticado y al mismo tiempo de un coste elevado. Seria positivo incentivarle para que invente sus propios juegos.
- Regalad libros. Un libro es un buen regalo para que el niño y la niña aprendan a apreciar la lectura y disfruten leyendo. Algunos consejos para facilitar el gusto por la lectura: tened en casa libros con fácil acceso, leed mientras el niño mira la imagen, elegid un tiempo de lectura adaptado a él y que sea él quien marque el ritmo.

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